La playa es siempre una buena solución para combatir el calor y disfrutar de unas merecidas vacaciones. Si las quieres pasar en la costa y disfrutar del mar, y especialmente si tienes diabetes tipo 1, este artículo te vendrá de maravilla para tomar las medidas preventivas necesarias.
Lo primero, la hidratación
La falta de hidratación puede provocar mareos, lipotimias (pérdida súbita de la conciencia) e incluso golpes de calor, situaciones que requieren de atención médica y que, sin duda, interrumpirán tu jornada de vacaciones.
Lleva abundante agua, no tengas miedo a pasarte de previsor. El agua dulce escasea en algunas playas y los precios por pequeñas cantidades suelen ser abusivos. En las horas centrales del día, evita la exposición al sol por largos periodos de tiempo.
Si vas a nadar o realizas cualquier otra actividad en la que sudes, además de la falta de agua, es probable que necesites reponer electrolitos. No es buena idea tirar de bebidas reconstituyentes, ya que suelen llevar mucho azúcar. Una pieza de fruta puede devolverte toda tu vitalidad.
Vigila con mayor frecuencia tus niveles de glucosa
La playa, en pleno verano, puede ser un ambiente un tanto hostil para nuestro organismo. El calor excesivo, la humedad e incluso las situaciones de estrés generadas por la gran concurrencia de gente pueden jugarte malas pasadas. Caminar por la arena también supone un desgaste físico extra, y si cargas con mochilas, sillas, sombrilla y demás bártulos, la situación se complica. Controla tus niveles de glucosa con mayor frecuencia de la habitual para evitar sustos.
Disponer de un medidor continuo de glucosa, te ayudará en gran medida, ya que obtendrás más datos y podrás valorar en cada momento tus necesidades. Además, te ahorrarás el tener que realizar las punciones en un ambiente poco higiénico (mucha arena, agua salada, cremas solares) como es la playa.
Trae contigo una nevera portátil
Una nevera con abundante hielo es un tesoro cuando estás en la playa, y no solamente para beber agua fresca. Como bien sabrás, la insulina necesita conservarse en frío para que no se dañe. Mantenla en la nevera y a la sombra.
En la nevera portátil puedes traer también la fruta, el agua (se agradece fresquita), las tabletas de glucosa (para que no se derritan) o los aperitivos que hayas preparado. Disponer de ella te permitirá ampliar el abanico de alimentos que podrás comer en la playa. Sin ella, y con el calor del verano, tu ensalada no será lo mismo.
Ten preparados los recambios para tus dispositivos
Prepárate en una cajita todos aquellos recambios que puedas necesitar para tus mediciones, punciones, etc. Si usas un monitor continuo de glucosa, asegúrate de llevar también parches extra y todo lo que puedas necesitar, pues la arena y el agua podrían interferir en su funcionamiento.
Si utilizas una bomba de insulina, habla con tu médico previamente para valorar si el sistema que utilizas es adecuado o es preferible interrumpir el tratamiento con bomba por un breve periodo.
Cuida (mucho) tus pies
Andar descalzo por la arena es un pequeño placer, pero las personas con diabetes debemos cuidarnos los pies como si fueran (de hecho, lo son) un tesoro. La arena puede esconder cristales, piedras puntiagudas, restos de conchas y muchas otras sorpresas, por no hablar de las altas temperaturas que puede alcanzar en las horas más calurosas. Usa un calzado ligero para protegerte los pies.
Si andas por la orilla, o mantienes tus pies en remojo por mucho tiempo, la piel se ablanda y el riesgo de heridas aumenta. Para evitar las complicaciones del pie diabético, siempre es mejor prevenir.
Siguiendo estos consejos, disfrutarás de la playa con una mayor comodidad y seguridad. Ya solo nos queda desearte unas felices vacaciones y mucha salud y energía para ti y para los tuyos.
¡Hasta pronto!