El glucagón es una hormona que, igual que la insulina, también se produce en el páncreas. La principal diferencia la encontramos en el efecto que produce, siendo contrario precisamente al de la insulina: aumentar las niveles de glucosa en sangre.
Si nuestro organismo funciona de forma normal, el glucagón y la insulina trabajan de forma coordinada para regularse. Si la insulina inhibe la secreción de glucagón, el glucagón activa la síntesis de insulina, y así se consigue el necesario equilibrio.
Hoy queremos hablar sobre esta hormona, sobre su función, y sobre en qué casos podemos necesitar inyectarla de forma externa, ¡empezamos!
Qué es el glucagón y cuándo debemos utilizarlo
Como decíamos, el glucagón es una hormona peptídica que se produce en el páncreas. Cuando el cuerpo necesita más azúcar, el páncreas produce glucagón y lo libera para que llegue a las células.
Este se crea en los islotes pancreáticos de Langherans, más concretamente en las células Alfa, a diferencia de la insulina que se crea en las células Beta. Por decirlo de forma sencilla: el glucagón tiene un efecto antagónico al de la insulina, aumentando los niveles de glucosa en sangre.
Conociendo cuál es la función del glucagón en el organismo, es fácil imaginarse para qué puede utilizarse. Si una persona con diabetes insulinodependiente se inyecta insulina para reducir o mantener estable el nivel de glucosa, administrar glucagón solo puede servir para aumentar estos niveles.
En nuestra guía práctica sobre las complicaciones agudas de la diabetes hablamos sobre la hipoglucemia, que es aquella situación en la que el nivel de azúcar en sangre menor de 70 mg/dL. En una hipoglucemia leve, basta con ingerir alimentos ricos en hidratos de carbono de absorción rápida. ¿Pero qué pasa cuando la hipoglucemia es grave?
En estos casos podemos incluso llegar a tener problemas para mantener la consciencia, lo cual imposibilita que podamos ingerir alimentos o que podamos hacerlo sin atragantarnos. Incluso comiendo es posible que no sea suficiente. Por eso, y con el objetivo de aumentar de forma drástica el nivel de azúcar en sangre, inyectaremos glucagón.
Cómo inyectar y conservar el glucagón
El glucagón se inyecta de la misma forma que la insulina, vía subcutánea, pero también puede hacerse vía intramuscular como cualquier otra inyección. Si tras la inyección la persona afectada no recuperase la consciencia, se podría repetir el proceso sin temor alguno. En función de la edad la cantidad a inyectar será diferente.
Para preparar el glucagón basta con agitar el vial donde está la solución, inyectar el agua que hay en la aguja dentro del vial, y extraer todo el contenido para administrarlo también en su totalidad. Aunque no es un proceso complejo, siempre es recomendable que alguna persona de nuestro entorno social y laboral sepa cómo hacerlo por si fuera necesario.
En cuanto a su conservación, lo primero será comprobar la fecha de caducidad para que no lo utilicemos una vez superada. Para asegurarnos del buen estado del glucagón bastaría con tener en cuenta lo siguiente:
- Mantenerlo entre los 2º y los 8º y no congelarlo para conservarlo más tiempo
- Mantenerlo en el envase original para evitar el contacto con la luz
- Utilizarlo una vez preparado y no guardar para usarlo posteriormente
- Mantener todos los componentes intactos (capuchón, aguja, envase cerrado…)
- En caso de que al comprarlo no se cumpla el último punto, devolver el producto por precaución
Como vemos, el glucagón también cumple un papel importante en el control de la diabetes, y puede suponer una ayuda vital en caso de hipoglucemias severas. Como siempre, ante cualquier duda o consulta sobre el tratamiento o la forma de actuar en algunas situaciones, lo más recomendable es consultar con un profesional médico o nuestro educador en diabetes.
Referencias:
- Asociación Diabetes Madrid. Cómo utilizar el glucagón.
- Federación Española de Diabetes. Glucagón.